Contener a Steph Curry durante un partido completo es una tarea titánica, que muy pocos elegidos pueden llevar a cabo. Uno de ellos fue Mikal Bridges, quien el martes pasado regaló una verdadera exhibición defensiva para frenar al base de los Warriors y dejarlo en apenas 12 puntos con un 4-21 de campo. Se trató del porcentaje de acierto más bajo de la carrera de Steph en encuentros en los que lanzó al menos 20 disparos.
Sin embargo, por más que anular a Curry durante todo un partido sea sumamente complicado, lo que ha sido directamente imposible en estos años es hacerlo justamente después de esas malas noches. Los Suns querrán romper esa racha este viernes (21:00 CDMX, 0:00 AR), en la revancha del 104-96 del martes, pero los antecedentes no son demasiado alentadores para los de Monty Williams, que recordemos deberán presentarse sin Devin Booker.
Desde la primera campaña All-Star de Curry (2013-2014), encontramos nueve casos de partidos realmente malos del base. ¿Los parámetros? Anotar menos de 15 puntos, lanzar por debajo del 30% de campo y sumar una derrota. Ítems que en todos los casos quedaron más que cubiertos en el reciente duelo ante los Suns. En realidad hubo un décimo partido que cumple con esos requisitos, pero no lo tendremos en cuenta ya que fue cuando se fracturó la mano a principios de la 2019-2020, justamente enfrentando a Phoenix.
El noveno caso fue el del martes, pero repasando los ocho anteriores, encontramos un primer dato significativo: los Warriors tienen marca de 7-1 en los encuentros siguientes a esas actuaciones atípicas de Steph, con la única derrota llegando por un punto ante Portland en el 2018. Y lejos de tratarse de una casualidad, esa marca casi perfecta está totalmente relacionada al rendimiento de Curry.
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El efecto rebote de Curry es clarísimo. En esos ocho juegos promedia 30,3 puntos, 8,1 asistencias, 6 rebotes, 1,6 robos y hasta 0,9 tapones, números significativamente superiores a sus promedios habituales en ese tramo de carrera: 26,8 unidades, 6,7 asistencias, 4,9 rebotes, 1,7 robos y 0,2 tapones. Su eficacia tiradora es alucinante... incluso para su estándar habitual: 5,8 triples por partido, con un 47,4% de eficacia.
En otras palabras, cada vez que Steph tiene un mal partido, lo compensa al siguiente con una lluvia de triples, además de rellenar la hoja estadística en varios otros rubros. De hecho, su máxima triplera llegó justamente en uno de esos casos. El 4 de noviembre del 2016, los Warriors cayeron por 20 ante los Lakers y Steph terminó con 13 puntos, un 5-17 de campo y un 0-10 en triples. ¿Qué hizo al duelo siguiente ante New Orleans? Encestó 13 de 17 triples (primero de la historia con 13 conversiones) y sumó 46 puntos en 36 minutos, para asegurar una cómoda victoria de Golden State.
On this date in 2016, @StephenCurry30 became the first player in NBA history to knock down 13 threes in a single game. ☔️ pic.twitter.com/7kSsnxYhns
— Golden State Warriors (@warriors) November 7, 2020
Esta tendencia parece haber tomado aún más fuerza en los últimos años: desde la 2017-2018 en adelante, Curry promedia 34,3 puntos y 6 triples encestados por juego, luego de una de esas actuaciones olvidables, anotando siempre al menos 29 unidades. ¿Podrán Bridges y sus Suns volver a contener a Steph, tal como hicieron de manera perfecta 72 horas atrás? Como vemos, no será una tarea nada sencilla, aún teniendo a los hombres indicados como para hacerlo.
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