Cada Gran Premio de Fórmula 1 es diferente. Por mucho que la categoría ha hecho un gran esfuerzo por homogeneizar los eventos y que todos tengan características muy similares, hay cosas que no pueden trasladarse ni aplicarse de igual modo en otros lugares. Los aspectos más etéreos y subjetivos son los que dan sentido precisamente a estas carreras. Bélgica tiene el factor clima en Spa-Francorchamps, Italia el ambiente de Monza, México la fiesta en el Autódromo Hermanos Rodríguez... Y Mónaco es único en todos los sentidos.
Ningún otro Gran Premio puede igualar la atmósfera que se crea en las calles del Principado durante la última semana del mes de mayo. Esta ciudad portuaria se convierte durante unos días en el epicentro del mundo del motor, coincidiendo además con el Festival de cine de Cannes, por lo que la presencia de personalidades famosas se incrementa.
Este es uno de los eventos que dan sentido al calendario de cada temporada y la Fórmula 1 no podría entenderse sin Mónaco por el significado que tiene para los aficionados, equipos y pilotos.
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Historia en cada curva
El Gran Premio de Mónaco es junto a Silverstone, Spa-Francorchamps y Monza el único trazado que permanece en el calendario entre aquellos que formaron parte de la primera temporada de la categoría en 1950. Aunque en cuatro ocasiones no se pudo disputar (1951, 1953, 1954 y 2020), la carrera tiene un amplio palmarés que ha dado pie a una interminable lista de acontecimientos relevantes.
En la primera curva (Sainte Devote) se han dado algunas de las salidas más emocionantes y arriesgadas como en 2012 o 1995. Más adelante entre el Casino y Mirabeau ha ocurrido de todo, desde adelantamientos frustrados a estratagemas para molestar en clasificación, como Rosberg en 2016. De ahí se pasa a la famosa y lenta horquilla de Loews, buen punto de adelantamiento hasta llegar a Portier, donde Alberto Ascari chocó en 1955 y terminó en el mar. Se atraviesa el túnel donde Schumacher y Alonso tuvieron sendos accidentes en 2004 y se cruza la chicane, otro lugar donde solo los valientes se atreven a adelantar.
La entrada en la zona más rápida como es el tercer sector significa que un pequeño error puede suponer el fin de la sesión como bien pueden dar cuenta Charles Leclerc, Max Verstappen o Ralf Schumacher. Y así se arriba a La Rascasse, donde el Kaiser aparcó su Ferrari en 2006 con la esperanza de impedir a otros mejorar su tiempo en clasificación.
Velocidad pura
El avance de la tecnología ha hecho posible integrar cámaras prácticamente en cualquier recoveco del monoplaza, incluso hasta hacerlas tan pequeñas que entren dentro del casco del piloto. Eso ha permitido aumentar notablemente la sensación de inmersión del espectador. Sin embargo, ningún otro circuito da pie a planos onboard tan apasionantes e impresionantes como el trazado monegasco.
La cercanía con los muros y el altísimo paso por curva hacen de este un lugar con el que encandilarse y quedarse prendado por la habilidad de los pilotos para rodar tan rápido por las calles del Principado. Y quién mejor para ratificar esto que la figura que más veces ganó aquí: Ayrton Senna.
Cuando la carrera es emocionante, es inigualable
Hay que ser sinceros, las carreras en Mónaco son todo lo contrario a las clasificaciones: son un tanto aburridas. Las dificultades que atañe el trazado para adelantar y los trenes que se forman entre varios monoplazas sin posibilidad de pasarse hace que los eventos del domingo no sean los más entretenidos.
Sin embargo, este circuito se encuentra en un emplazamiento inmejorable a las orillas del mar Mediterráneo y en la frontera con el mar de Liguria. Esto hace que cuando se produce un cambio en la meteorología, el tiempo en la ciudad se vuelve del todo impredecible: en cuestión de minutos puede haber una enorme tormenta o una lluvia breve que cambie la carrera. De este modo, las ediciones de 1984, 2008 o 1996 fueron unas de las más recordadas precisamente por estas cuestiones.
Pero en otras ocasiones no hace falta que el clima intervenga para que la carrera sea buena, como en 1982, 1992, 1993 o 2005. La cuestión es que pese a que no suela haber buenas carreras muy habitualmente, cuando hay una realmente apasionante vale como por cinco en cualquier otro lugar.
Una reunión de famosos
Podría decirse que la mayor parte de los pilotos de Fórmula 1 corren en el Gran Premio de casa cuando llega la acción a Mónaco, pues un buen número de ellos tienen fijada su residencia aquí. Y no es para menos, pues el Principado es uno de los lugares más exclusivos del mundo por sus beneficios fiscales para las grandes fortunas y su cercanía tanto con diferentes puntos de Francia como con Suiza e Italia.
Esto, unido al glamour que ya de por sí tiene Montecarlo, ha acabado por convertir a este Gran Premio el evento más exclusivo del calendario de Fórmula 1. Uno en el que las estrellas del cine y la música, los magnates, empresarios y demás personalidades se dan cita para disfrutar de la carrera.