Kevin Love es campeón de la NBA y, durante las últimas temporadas, uno de los mejores ala-pivotes de toda la liga. En julio del 2018 firmó una extensión de contrato por cuatro años y 120 millones de dólares como uno de los jugadores estelares de Cleveland Cavaliers.
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En agosto del 2014, el de Santa Mónica, California, fue parte de un traspaso de tres vías entre Minnesota Timberwolves, Philadelphia 76ers y los Cavs. La gerencia de los de Ohio tenía claro el objetivo y era armar un equipo alrededor de LeBron James para buscar el campeonato.
Para la segunda campaña ahí, fueron campeones. Detrás de El Rey y Kyrie Irving, el ala-pivote fue el tercer anotador durante la temporada regular con 16 puntos, 9,9 rebotes y 2,4 asistencias. Pero más allá de todos esos logros como jugador, su mayor lucha ha sido contra su mente y abrir un tema del que antes no se hablaba.
Una lucha más allá del básquetbol
El 5 de noviembre del 2017 explotó todo. Cleveland Cavaliers recibieron a Atlanta Hawks y después de 18 minutos de acción en cancha de Kevin Love, en el tercer cuarto sintió algo que nunca había sentido en su vida al no poder respirar y dejó la cancha para irse a los vestidores.
“Es interesante cuando tienes una lesión, en la rodilla, en la mano. Es muy diferente cuando no lo puedes ver. Nadie sabe lo que pasa”, dijo en una entrevista con ESPN.
Pero en ese momento, la salud mental no era un tema del que se hablaba abiertamente como ahora. Sus compañeros, incluido LeBron James, creyeron que los había abandonado en medio de una batalla importante y el ala-pivote no dijo nada hasta meses después, cuando se abrió para contar lo que pasaba por su mente en un artículo en The Players Tribune llamado Everyone Is Going Through Something (Todos están pasando por algo).
“El 5 de noviembre, después del medio tiempo contra los Hawks, tuve un ataque de pánico”, empezó la carta. “Vino de la nada. Nunca tuve otro antes. Incluso no sabía si era real. Pero era real, así como una mano rota o un tobillo roto”.
Y así fue como empezó su lucha más dura fuera del básquetbol. Un tema que nunca se había tratado y que hasta ese momento, parecía, no existía. Pero Love abrió las puertas admitiendo que padecía depresión y ansiedad, y otros jugadores siguieron su camino al revelar lo que pasaba por sus cabezas.
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“Conozco a muchas personas que están lidiando con algo de ansiedad y depresión, no sabiendo si tendrán trabajo la próxima temporada. Es muy estresante. Todos te están tirando. Quieren tu tiempo, tu dinero, una pieza de tu fama. Si tienes depresión deberías tratar de deshacerte de ella en lugar de embotellarla y dejar que te pese”, dijo Marcus Morris en una serie de reportajes que la reportera de ESPN, Jackie MacMullan, publicó.
Por esa razón y para quitar ese estigma que hay en este tipo de temas, creó la Fundación Kevin Love. “Es realmente un problema de niños. Uno de cada siete niños lidia con problemas de salud mental en Estados Unidos… Necesitamos una intervención más temprana, los chicos son susceptibles al cambio, así que puedes impactar sus inicios”.
Sus palabras y acciones abrieron las puertas a un tema que previamente no se hablaba, y no solamente en la NBA, sino en el deporte profesional. A pesar de su carrera exitosa en una liga tan competitiva como la Asociación y ser campeón al lado de uno de los mejores jugadores que han habido como LeBron James, su mayor logro es el de hablar de la salud mental.
El próximo domingo 21 de junio recibirá en los premios ESPYS el galardón Arthur Ashe Courage, que se le entrega a gente que cambió el mundo con su espíritu deportivo.
“Quiero recordarte que no eres raro o diferente por compartir por lo que estás pasando. Lo contrario. Puede ser lo más importante que hagas. Fue para mí”, concluyó Love en su carta.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.
